Ni el récord histórico del caudal del Guadiana a su paso por Puebla de Don Rodrigo, ni la incesante lluvia que precipitaba de cualquier manera (cenital, lateral, racheada, aventada… pero siempre intensa y torrencial), ni los incontables cauces neonatos que ningún cartógrafo jamás podrá trazar ni mapa alguno hospedar, ni el agua que filtraba rocas quizás por primera vez en su milenaria existencia… en aquellos días cuando la ropa impermeable dejó de serlo y el goretex del calzado también desertó, en aquel ambiente húmedo, vaporoso y chorreante, las gotas que nunca olvidaré son las de las mejillas de José Ramón
No por comprensibles dejaban de sorprender aquellas lágrimas honestas que surcaban la piel recia de todo un Quijote de la orientación; piel que también preserva una mente joven y dinámica, como la de quien se embarca en la organización de un CEO. La de quien frente al poderío de todo un Nelson amarrado sobre el mismo Centro de Competición, abanderó una desigual batalla al frente de un grupo de valientes calados, pero no de agua, sino empapados de coraje y pundonor para tratar de hacer posible lo que la naturaleza se oponía
Lo que no quería José Ramón -ni su equipo- era que los kilómetros de más de 1.600 atletas desplazados fueran en balde, que estos no pudieran disfrutar con su deporte favorito, que el esfuerzo económico de un viaje y la inversión en tiempo de los participantes no fuera recompensada con creces entre los trazados, las balizas y los paisajes preparados en los Montes de Ciudad Real durante muchos meses
Después de más de dos años (¿o son más José Ramón?) pensando cada día, cada minuto, hasta en el más minimo detalle para hacer más confortable, divertido y espectacular el CEO para sus destinatarios… iba a ser el agua, esa que siempre se pide en La Mancha (y cada vez en más sitios de España, aunque haya para todos ¿o no?), la que evaporara lo sueños compartidos de organizadores y orientadores
Entonces, parafraseando a Cervantes, ¿fue locura o fue cordura el intento de celebrar el CEO hasta el último instante?
Pues respondo a esa cuestión con una afirmación: Nelson no pudo con los Quijotes (pudo ganar Trafalgar, pero murió en la batalla). Cierto es que se tuvo que reorientar la brújula con el lema del CEO 2024, del “centrados en los orientadores”, al punto cardinal “la seguridad de todos por encima de todo”.
Un manchego, José Mota, lo diría de otra manera: “Nelson, hoy no, mañana”. Pues eso, que antes de secarse esas lágrimas, que José Ramón decía que eran de impotencia -pero tenían que ser de máximo orgullo, tranquilidad y honestidad de haberlo dado todo-, el presidente ya estaba pensando en nuevas fechas para regresar al triángulo de salida, y tener un CEO todavía mejor de lo que este iba a ser
Viva el Trofeo Quijotes – CEO 2024. Honor a todos los que lo intentaron y van a continuar
P.D. Nuestro Quijote, o quizás Sancho, el domingo a la misma hora que se debió celebrar la Media, reubicó sus balizas en diferentes ONG hasta donde repartió los panes y calabazas de todos aquellos corredores que no pudieron recogerlos
Jose María Lambea (orientador de Manzanares-O)